Se trata de una enfermedad exclusiva del recién nacido (un bebé lo es hasta el día 28 de vida) o del lactante pequeño.
Su síntoma fundamental son los vómitos proyectivos, grandes, de prácticamente toda la toma, “en escopetazo”, que se producen tras haber comido. Y da igual Lactancia materna o Artificial.
El problema consiste en lo siguiente, a lo fácil: el estómago tiene un orificio de entrada que se llama Cardias y otro de salida, el Píloro. Este último, formado por fibras musculares se relaja cuando el estómago esta lleno y deja pasar el alimento al intestino. Pues bien en la EHP lo que se produce es una hipertrofia, un aumento del número y grosor de las fibras que forman el Píloro, engrosándolo y no dejando que se relaje. Consecuencia, el alimento no pasa y el organismo lo expulsa mediante el vómito.
Lo característico, es que se produzca en un bebé que ha estado tomando y tolerando bien, y que entre el día 25 al 45 de vida, aunque puede ser antes, empieza a vomitar tras haber comido. Cada vez lo hará en más tomas, estará irritable por hambre, pues el bebé esta bien, sólo tiene un problema mecánico. Así mismo, al no pasar alimento al intestino, empezará a hacer menos “cacas”. Ante la sospecha del cuadro, deberá realizarse una ecografía abdominal y/o un transito esófago-gástrico con papilla de bario, que nos dará el diagnóstico.
El tratamiento, rápido una vez diagnosticado, y quirúrgico. Lo siento, no queda otra. Operar para liberar el Píloro es la única solución. Para vuestro consuelo y aún siendo consciente de que se trata de una intervención en un niño muy pequeño, os diré que es sencilla y rápida. La solución: inmediata.
Para terminar y como curiosidad, os diré que es más frecuente en varones (pobres de nosotros).